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Encoleto: aprendizajes de su fundador Jorge Varela

Desde una sala de clases universitaria al desafío real de levantar una startup regional, Jorge Varela comparte las lecciones que dejó su experiencia con Encoleto, una app que buscaba transformar el transporte colectivo en regiones. Su historia está marcada por aprendizajes profundos, convicción emprendedora y una mirada honesta al ecosistema local.

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Encoleto: aprendizajes de su fundador Jorge Varela

Encoleto: aprendizajes de su fundador Jorge Varela

Cuando Jorge Varela, ingeniero informático y emprendedor regional, habla de Encoleto, no lo hace con nostalgia ni frustración. Lo hace con claridad y orgullo. Fue su primer gran proyecto, una startup nacida mientras aún cursaba su carrera universitaria, que llegó a impactar a miles de usuarios en distintas ciudades del país. Pero también fue una experiencia llena de tropiezos, que lo formó mucho más que cualquier magíster.

“Fracasamos lindo”, dice entre risas, con la confianza de quien sabe que emprender es, ante todo, aprender.

De una necesidad cotidiana a una solución digital

La historia de Encoleto comenzó desde la experiencia misma: como usuarios del transporte en taxi colectivo en regiones, Jorge y su equipo notaron una oportunidad clara. El sistema era informal, descoordinado y carente de información para el pasajero. La respuesta fue una app que mostraba la ubicación de los colectivos en tiempo real y facilitaba la conexión entre conductores y pasajeros.

El proyecto despegó rápido. Consiguieron más de 20.000 descargas, presencia en varias ciudades y financiamiento público a través de CORFO. Pero el camino no fue fácil.

“Estábamos en tercer año de universidad. Levantar una startup mientras estudiábamos fue agotador, pero lo hicimos con una convicción enorme: sí se puede emprender desde regiones”.

Los errores que enseñan más que un pitch

Más allá de los logros, Jorge reconoce que Encoleto fue su escuela más dura. Como equipo cometieron errores clásicos: enamorarse de la idea, no validar lo suficiente, y subestimar el desafío de escalar sin un modelo de negocio robusto.

“Aprendí que el tiempo vale más que el dinero. Que no basta una buena idea si no hay un equipo sólido y un foco comercial claro. Aprendí a validar, a fallar rápido y a levantarme”.

El entorno tampoco ayudaba. La informalidad del rubro, la resistencia cultural al cambio tecnológico y la dependencia de fondos públicos hicieron cuesta arriba la escalabilidad del negocio.

A eso se sumó el estallido social y un contexto económico incierto que afectó directamente las proyecciones de crecimiento.


El legado que sí permanece

Hoy, Jorge sigue vinculado al mundo del desarrollo tecnológico, pero con un enfoque diferente: construir productos escalables, automatizar procesos y crear herramientas basadas en inteligencia artificial desde la región.

Aunque Encoleto ya no existe, sus enseñanzas están más vivas que nunca. Jorge mantiene esa mentalidad startup: construir rápido, iterar, poner al usuario al centro. Y sobre todo, sigue convencido de que desde regiones también se puede crear tecnología de clase mundial.

“La claridad se construye avanzando. Mi consejo para quienes están empezando: no te enamores de la idea, enamórate del problema”.


Ecosistema regional: avances, desafíos y deudas pendientes

Aunque el ecosistema emprendedor regional ha avanzado en los últimos años, Jorge es claro en señalar que todavía hay mucho por hacer. Hoy se valora que existan más programas, concursos y redes de apoyo que hace una década. También destaca una mayor apertura para hablar de fracasos, algo que antes era tabú. Pero el panorama aún es limitado.

“Muchas veces vemos los mismos nombres y organizaciones repitiéndose. Falta diversidad de actores, más profundidad en el apoyo y menos burocracia”.

Desde su experiencia, uno de los puntos críticos es la falta de conexión real entre startups y empresas locales. Jorge cree que el sector privado regional debe atreverse a apostar por el talento emprendedor no solo como clientes, sino como socios estratégicos o incluso inversionistas.

“Si queremos ver casos de éxito desde regiones, necesitamos que los actores locales se atrevan a confiar, colaborar y arriesgarse junto a los emprendedores”.

También siente que faltan espacios donde confluyan talentos diversos: diseñadores, programadores, comunicadores, ingenieros. Espacios vivos, colaborativos, donde realmente se construya comunidad y surjan proyectos nuevos.